La terapia de peróxido de hidrógeno
proporciona al cuerpo una alta concentración de oxígeno, que hace que
las células enfermas mueran y las sanas se revitalicen. Ya que el
peróxido de hidrógeno (H2O2) es sencillamente agua con un átomo extra de
oxígeno. Cuando el peróxido de hidrógeno es absorbido por el cuerpo,
libera su átomo de oxígeno extra en la sangre, creando así una
inundación de oxígeno.
Se usa el peróxido de uso alimentario al 35%: éste es el único grado de peróxido de hidrógeno recomendado para uso interno. Se diluyen unas gotas en un vaso de agua destilada.
Como se ha comentado varias veces en este
blog, el cáncer se cura con cualquier producto (a ser posible sin
efectos secundarios) que haga cualquiera de las siguientes cosas:
- Aumentar el oxígeno en las células cancerígenas (como el que estamos hablando o el aceite de lino)
- Hacer su pH más alcalino (como el bicarbonato o el caldo de repollo)
- Aumentar la temperatura entre 42 y 44 grados (como la aplicación de vapor localizado)
- Aumentar el potencial eléctrico de las células (hay aparatos para ello).
Pues bien, el sistema propuesto en el libro
aumenta el oxígeno sin que en sus 170 años de aplicación haya producido
efectos secundarios cuando es administrado en las dosis adecuadas.
Lógicamente, todos estos tratamientos
con productos baratos que además no se pueden patentar, son el objetivo
de la industria para destruirlos o, al menos, desacreditarlos.
Y en el primer comentario, han puesto
el enlace del siguiente vídeo que no tiene desperdicio. Se trata de un
médico que ha curado a cientos de personas desahuciadas por la medicina.
Los colegios de médicos y la industria, a través del organismo
americano regulador del mercado de medicamentos (FDA), van a por el sin
miramientos. Usan los métodos más rastreros y desvergonzados que nadie
se pueda imaginar. Lo mejor es ver el vídeo.





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